Enraizado en el corazón abrazador de la Madre Tierra y con mis brazos bien abiertos en dirección al Sol, desde el alma te susurro que Ser en el mundo es una de las experiencias más mágicas, profundas y enriquecedoras que podemos vivenciar mientras aún no sea nuestro tiempo de partir en busca de un nuevo y evolucionario rumbo.
Ser en el mundo es animarse a florecer, contra vientos y mareas, para ayudar a iluminar y humanizar la trama cristalina. Es sanar nuestra matriz de dolor y movernos sin espadas ni armaduras porque aprendimos que el retorno a la inocencia lleva el perfume de nuestra refrescante y luminosa esencia, que en las peleas y divisiones permanecía dormida.
Ser en el mundo es reconocer, desde lo más íntimo de cada una de nuestras células, que todo, absolutamente todo, está interconectado en un bellísimo entramado sagrado en donde nada sobra y nada falta porque la existencia se centra y fluye en la paz del equilibrio.
Ser en el mundo es tomar plena consciencia de que encarnamos para compartir, sin hacer excepciones, los diferentes colores de nuestros dones y talentos. Aunque la mente diga lo contrario, Ser en el mundo es simple. Sólo requiere de un cambio de percepción que hace girar nuestros ojos en la dirección del corazón para revelarnos que somos Uno.
Por Julio Andrés Pagano