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septiembre 16, 2014

¿La felicidad solo en momentos puntuales?.


¿POR QUÉ SE CONSIDERA QUE LA FELICIDAD SOLO SE EXPERIMENTA EN MOMENTOS PUNTUALES?

Por todo cuanto se ha llegado a aprender, gracias a las revelaciones que los Seres de Luz destinados a este cometido han ido exponiendo, aclarando y desarrollando a través de los mensajes transferidos a sus semejantes en la Tierra, es conocido que todo lo que es efímero, perecedero, fugaz y momentáneo, es decir, aquello que no perdura o se mantiene, aunque todo esté sometido siempre a una continua evolución, obedece a la acción del dúo mente-ego.

Se ha descrito como la ficción propia del entramado ilusorio que crea la actividad de la mente y del ego en la 3D siempre encuentra respuesta y continuidad en la inercia y el ansia de proyección en el exterior y en la búsqueda permanente de lo que no se tiene, sin descanso alguno y siempre alimentando este juego, donde mente y ego acaparan siempre, por encima de todo, su propio protagonismo.

En un estado en el que la búsqueda de la satisfacción de turno se erige como emblema de las pautas de vida aceptadas a la hora de atraer las experiencias oportunas que aporten conocimiento y entendimiento en este nivel evolutivo, y en el que las insatisfacciones y desilusiones, correspondientes a esta forma de proceder y enfocar la vida, están prestas para aparecer en todas sus diferentes variantes, interiormente y en la realidad externa, se contempla con extrema dificultad la posibilidad de manifestar un estado de felicidad y plenitud verdadero y auténtico, y que, además, permanezca siendo duradero.

De este modo, todo ser humano encarnado, inmerso en las líneas de acción de la dualidad, tiene una clara tendencia a recrear o intentar reproducir, por regla general, las experiencias de bonanza, bienestar, dicha, placer o abundancia que alguna vez llegue a vivir.

Procura aferrarse a estas bellas experiencias, a veces, como un náufrago a un islote, con una perspectiva de fondo de carencia de lo bueno y de lo maravilloso, como si le pareciera mentira lo que estuviera viviendo o como si, tal vez, no fuera merecedor de ello, e intenta por todos los medios seguir enganchado a estos estados de deleite, admiración, fascinación o portento.

La única forma que se conoce en dualidad de aspirar a cualquier coyuntura deseada, propiciándola, pasa por el estudio, análisis o asimilación mental de las experiencias creando patrones y esquemas de conducta que hagan posible, más o menos, una especie de reproducción o repetición de esos recuerdos estupendos, aún vivos en la memoria, que lleven a la persona otra vez a vivir esos momentos brillantes y espléndidos.

De nuevo resurge la mente y su actividad como la vía de resolución, cuando ya se ha reconocido como este plano de acción está sustentado en la propia limitación, tan intrínsecamente ligada a la percepción de la vida en este mundo de 3D.

Cuando la mente, y su socio, el ego, se ponen en marcha en la búsqueda de lo que no tienen y precisan tener, están recreando únicamente la ficción de su propia película de aventuras en la que se proponen como objetivo alcanzar su meta a toda costa. Este es el reto planteado en este juego. Conseguir algo que ellos creen y consideran no tener, y aquí, precisamente, reside el enfoque de carencia y limitación, y también la ilusión, la distorsión y la confusión en este plano de acción.

Este es el enfoque que justamente posterga, aplaza o paraliza la manifestación del potencial deseado por la propia naturaleza limitante de la dinámica mental de 3D.

Además de la condición de limitación, encuadrada perfectamente en este funcionamiento, el proceso al que responde la mente siempre como propia seña de identidad, que es limitado y finito, lineal, conlleva a que la inmensidad de posibilidades disponibles para ser atraídas y manifestadas, por deseo expreso del individuo en cuestión, quede igualmente reducida y delimitada, estrechándose, de este modo, su paso al plano físico y produciéndose lo que se podría llamar un cuello de botella, o sea, como un embudo que bloquea y ralentiza la fluidez de este tránsito de potenciales.

Por tanto, el mismo intento mental de atrapar los espacios en los que entran energías que conducen a estados de verdadera felicidad y plenitud, incluso en ocasiones mientras estos se producen por la idea temerosa de perderlos o de que puedan finalizar o diluirse, procurando chequear el proceso y atando cabos que permitan sacar conclusiones y poner en marcha medidas en post de esta finalidad, está representando, a la vez, la causa de que estos estados tarden en volver a experimentarse o de que no permanezcan.

Los magníficos y fascinantes potenciales no encuentran introducción o arraigo en la realidad tridimensional a través de la actividad mental de 3D, basada en el control, la averiguación y la cavilación, que, al mismo tiempo, se encarga de bloquear el flujo de energía a través del chakra de la corona y, por tanto, dificulta el principal estado y el reclamo fundamental de la abundancia.

Los estados de verdadera felicidad y plenitud, acompañados de las situaciones que los puedan favorecer o donde estos también puedan verse de igual modo reflejados, acaban implantándose por la intención y por la pasión, no emocionales y sí subyacentes desde lo más profundo del ser, con ausencia de todo control que imprima pautas y ansiedad, con más asiento en la identificación por percepción y en la mera diligencia, y con la serenidad que aporta la certeza de que todo se conseguirá en la forma y tiempo que mejor se adecúen al resto de los procesos y potenciales existentes y en curso, porque simplemente estos estados de gozo existen y son ya, aunque todavía residan en el astral, como antesala, aguardando el instante preciso para su materialización.

Por otro lado, cierta especie de dicha que se puede llegar a sentir podría responder a la aparición que algunas emociones de euforia y algarabía producen, provocando una inflación anímica carente por completo de sustento en el que se pueda encontrar permanencia y que, a su vez, dista bastante de una plenitud fidedigna.

Otras situaciones pueden encuadrarse en lo que podría acontecer a personas ya iniciadas en su proceso de cambio y ascensión, también llamadas Trabajadores de la Luz, cuando experimentan en determinados períodos ciertos estados de elevación plena y encumbramiento en su interior, propiciado, especialmente, por los espacios y portales que se están abriendo en este tiempo de forma continuada, en los que la intensidad de la energía se acrecienta, y ello proporciona la activación de nuevas partes del ser y la manifestación acelerada de potenciales que conectan a la persona con estados de iluminación propios de dimensiones más evolucionas que la Tierra o relacionados con sus respectivas existencias multidimensionales en estas dimensiones.

La duración en el tiempo de estos estados de plenitud y éxtasis puede depender, obviamente, del plazo de apertura y acción que tengan estos espacios o portales energéticos, pero, indudablemente, también puede verse afectada si, en los momentos en los que tienen a bien darse estas experiencias extraordinarias, se prodiga una actividad mental que resulte contraproducente, o un exceso de la misma, pudiendo provocar que la persona se ausente de estos estados sublimes que se viven en estos intervalos de inconmensurable felicidad y plenitud.

Todo lo que en estas situaciones no se ajuste al abandono del ser a la propia experiencia vivida, y a la energía que la manifiesta y la acompaña, sin ejercer control, análisis o cualquier tipo de fijación mental respecto a lo que esté sucediendo, puede suponer trabas, obstáculos y limitaciones que el mismo individuo llegue a generar dificultando un mejor desarrollo de esta clase de vivencias.

Es habitual coincidir en que, una vez que se ha producido la sorpresa y el hallazgo de una nueva visión, nuevos niveles de conciencia y nuevas formas de sentir, el ser humano tiene, como así se ha citado, la inclinación de intentar recrear estos momentos especiales, procurando establecer cierta trazabilidad acerca de cómo se llegaron a producirse estas situaciones con anterioridad.

Estos hábitos y prácticas, por cierto, tan normales y habituales para el ser humano de 3D, por un lado, se centran en la aplicación de la linealidad mental intentando trazar una secuencia de pasos a seguir consecutivamente y, a su vez, pueden provocar el cierre de los canales de manifestación multidimensional y multidireccional, necesarios para la aparición de estos espacios energéticos.

Dicho esto, parece evidente confirmar que la mente de la 3D se postula como el filtro que desemboca en los impedimentos que puedan surgir con respecto al establecimiento de una plenitud interior permanente que no acabe desapareciendo.

Por todo esto, sea en unos casos o en otros, se vuelve a advertir, como factor común en todos ellos, que la mente de 3D, sujeta a dualidad y sin otra funcionalidad de percepción y expansión, conduce a toda experiencia a una fugacidad en el tiempo.

Por tanto, únicamente quedaría por incidir en que en la activación del corazón, chakra cardíaco o cuarto chakra, como centro energético y vital en el nuevo ser humano que se ha embarcado en su proceso individual de ascensión en perfecta armonía con el proceso de ascensión planetaria que está teniendo lugar en la Tierra, conectado y potenciado por el paso del flujo de nueva energía que penetra y atraviesa su cuerpo, asimismo transmutando y limpiando los tres primeros chakras o chakras inferiores de la pesadez y espesura de los aspectos de baja frecuencia de vibración energética, es en donde se acaba consiguiendo el perpetuar niveles de conciencia y existencia, en felicidad permanente y plena, correspondiente a niveles lumínicos superiores que son posibilitados por el incremento del cociente de luz y de energía, y por la habilitación del canal energético que crea la conexión con el Ser Multidimensional, y que impregna y envuelve al cuerpo de la nueva energía de ascensión. 

La clave de la permanencia de la plenitud del ser radica, sin duda, en la conexión del corazón que aquieta y silencia la mente, que suaviza y calma el ego, que abre el canal divino para la entrada de todas las energías de alta vibración, que agiliza la manifestación de potenciales de abundancia y que, de esta forma, permite el establecimiento de un estado de vitalidad persistente y de dicha continua.

El corazón activo, que irradia la energía del Amor, que entra en los cuerpos y campos desde planos superiores, es el que llena y proporciona al ser humano de una totalidad, alegría y vigor duraderos que no dependen en absoluto del tiempo, es decir, que son atemporales, sin olvidar variaciones o aspectos que puedan ir surgiendo, pero contando con la entereza y la integridad que estas facultades aportan en todo tipo de vicisitudes.

De esta forma, la energía crística es anclada desde el seno del ser humano iluminándolo de un modo continuado, activando el Espíritu o átomo divino localizado en su corazón y despertando en la persona un estado de plenitud incipiente y, a la vez, íntegra que posee visos de ir a más conforme avance dicho proceso.

Así, en el corazón, el hombre recuerda y recupera su semejanza con Dios, y se provee de todo cuanto la divinidad ofrece de manera estable e inextinguible.



Extracto de 21 PREGUNTAS
LIBRO DE LA AUTOMAESTRIA
AUTOR: RAFAEL MONTAÑO