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octubre 21, 2012

Quererse a sí mismo ...

Hacerte cargo de ti mismo es la mayor de las responsabilidades. Es apenas comprensible que semejante tarea nos ponga a tambalear, no solo por la importancia que ello implica, sino además porque carecemos de las herramientas.
Ninguna agencia de socialización ha considerado seriamente la posibilidad de enseñar a quererse a si mismo como uno de los principales objetivos de formación pedagógica (posiblemente porque no seríamos tan manejables y escaparíamos de la Martix en la que estamos).

Tomar plena conciencia de que existes en uso de tus facultades, de que eres importante y tienes el derecho a quererte, te coloca en un lugar de privilegio, pero al mismo tiempo te produce nuevas angustias y una gran responsabilidad. La lucidez tiene un precio. "Sé lo que debo hacer, pero no siempre sé como hacerlo".

El espíritu de los cambios importantes está en la duda y en la contradicción subyacente. Una duda progresista y no tardía, es la que te lleva a repasar tus concepciones, ya sea para afirmarlas o modificarlas, y mientras vacilas y flutúas, se reafirma tu condición de ser vivo.

Quererse a sí mismo, enamorarse de su propio ser, es una tarea ardua. Implica navegar contra la corriente de la masificación y la intolerancia sociocultural. A la gente no le sienta mal que haya un camino personal. No existe la solución solo tendencias.
Funcionar todo el tiempo con un punto de control externo no es recomendable, entonces inclínate más hacia un punto de control interno.

Para amarte a ti mismo, debes inclinar la balanza buscando un equilibrio saludable. Básicamente la propuesta es: desplázate en el sentido contrario al que marcan muchas convensiones sin caer en el otro extremo; cuidado con los extremos.

Ese es el reto: halla tu dimensión personal y las distancia adecuadas para quererte cómodamente, sin sobresaltos ni culpas. pese a todo, el sólo intento será saludable; habrás creado la maravillosa experiencia de quererte a ti mismo.

Por Grisel Oliveros