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junio 18, 2015

La palabra...

Todas las criaturas tienen un lenguaje, pero sólo el ser humano posee la palabra, y para que esta palabra sea realmente rica de sentido, debe llegar a ser la expresión del Verbo divino que sostiene, cura e ilumina. 

Si tenemos este ideal, la primera regla para poder alcanzarlo, es decidir no dejaros llevar más por maledicencias, calumnias o incluso palabras vanas. 

Aprendamos a controlar nuestra lengua diciéndo: 

«Si no me controlo, nunca poseeré el verdadero poder del Verbo.» 

¡Qué es lo que no decimos a lo largo de una jornada! 

Lanzamos críticas o acusaciones, así como así, a la ligera, pensando que, si nos hemos equivocado o si hemos ido demasiado lejos, no pasa nada, es fácil de reparar. 

No, no sabemos el itinerario de una palabra, las regiones que atraviesa y los daños que puede hacer si es violenta o engañosa. 

¡Y no nos imaginemos que vamos a poder reparar el daño causado por las palabras, excusándonos o pagando algunos «daños y perjuicios»! 

Ante los humanos, quizá podamos repararlo; pero ante las leyes cósmicas, nada queda reparado, somos responsables. 

"Mi palabra regresará a mi con la misma o mayor intensidad que fue enviada"