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febrero 12, 2012

Repetición

Las cuentas de mi rosario están enhebradas a lo largo de mi vida.
No se me permite saltar ni una sola cuenta:
A veces la cuenta es una semilla. O un hueso.
O jade. O sangre seca. O semen. O cristal.
O madera podrida. O la reliquia de un sabio. U oro.
O vidrio. O un prisma. O hierro. O greda. O un
ojo. O un huevo. O estiércol. O una pelota. O una
piedra. O un durazno. O una bala. O una burbuja.
O plomo. O pura luz.
No importa qué sea la próxima cuenta, debo
contarla,
Practicar mis diarias austeridades.
Repetir. Repetir. Repetir.
Hasta que la repetición se vuelva resistencia.

La gente raramente entiende el poder de la repetición. Lo que se repite una y otra vez puede volverse perdurable; lo que es hecho en un momento es rara vez duradero. Si los granjeros no se ocupan de sus campos todos los días, no pueden esperar una cosecha. Lo mismo es cierto de la práctica espiritual. No es la gran declaración o la colorida iniciación lo que significa algo. Es el continuo diario vivir una vida espiritual lo que tiene significado. Nuestro progreso puede variar de aburrido a espectacular, pero debemos aceptar ambos. Todos y cada uno de los días deberían estar enlazados unos con otros, enhebrados en una larga línea de cuentas de rosario.

En la vida, no sabes cuántas cuentas has contado ya, y no sabes cuántas más han de seguir. Todo lo que importa es palpar la que ahora viene a ti y llevar al corazón el significado espiritual de ese momento.

Tao