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abril 12, 2013

¡Amar embellece!

¡Un corazón alegre, hermosea el rostro…! Dícese: “Que los ojos son reflejos de la belleza y pureza del alma…” Por cuanto un ser enamorado y servidor de Dios irradia de gozo y contento el rostro completo. Sin embargo, la belleza que se expresa tiene su base en el corazón; que es donde se elabora el amor verdadero y divino. Este amor es Cristo en acción. Plenitud, compasión por un continuo recuerdo del Cielo de donde salió cuando estaba en el Seno del Padre Dios. Este amor está ahí dentro de cada ser. Sólo hay que conquistarlo y desarrollarlo con devoción a Dios, y servicio con obras al prójimo. Un servicio de ayuda no solo a nivel de la pobreza material; sino más allá de ésta. Alimentando con el conocimiento de los valores humanos y espirituales que hace al ser digno de aprecio y respeto; como también redimir de la pobreza del alma de cuántos teniéndolo todo se olvidan de Dios por adorar las cosas materiales del mundo. Entendiendo por cuanto, que la signatura de la “Ignorancia” es la que causa sufrimientos en el cuerpo y traumas al alma.

Sabido Es, que muchos confunden al sagrado amor con el desnaturalizado amor carnal; y en base a este último nacen los celos, y con los mismos el maltrato físico y psicológico. Todo esto desorienta al que construye su felicidad con este sentimiento. Sin embargo, el Amor divino y verdadero no pide nada a cambio, se da sin esperar que se le devuelva. Y es este el modelo de amar, así es que nos ama Dios, sólo El se place en amarnos; ese amor es consecuente, atrayente, y no podemos sustraernos a la poderosa imantación de su Supremo Ser, y lo buscamos hasta llegar a El, rendido el hombre, y anegada de gozo el alma.

Finalmente, este es verdadero amor, que se hace representar con el abnegado amor de madre, el amor que se hace el Bien para amar y servir por el bien mismo, y por la satisfacción y gozo embellece, ¡al amar como Dios nos ama !!!
Por Lesbia Gómez Suero.