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noviembre 12, 2011

Estructura tu felicidad con el amor

Por Lesbia Gómez Suero

Uno de los estados de la conciencia que con mayor ahínco busca el hombre es la felicidad, porque al obtenerla, se suspende el sufrimiento y la amarga situación por falta de fe y esperanza. Pero en esta búsqueda e interpretación, existe un concepto errado sobre el estado emocional donde se intuye se asienta la felicidad; y para lograrla se cree –con notable equivocación- que son los sentidos externos quienes la proveen. Y con ello se trata de satisfacerlos a través de objetos materiales, que por su naturaleza transitoria no perduran, y en este tenor, compulsan al hombre a caer con demerito en la ansiedad para adquirirlo. Y todo esto desgasta la base en donde mora la Verdad, que con el conocimiento adquirido, permite discriminar objetivamente lo real de lo irreal, y con ello la impronta de eterna felicidad.

Se infiere por tanto, que ser es feliz es una decisión porque hay que conquistarla con voluntad y denuedo, en el entendido que ésta no se otorga a capricho. La felicidad adquirida es el primer peldaño de la escalera que lleva al disfrute pleno de bienaventuranza, y esta se yergue con los Atributos Divinos del Espíritu; que hace emancipar al hombre de los apegos, cuando este mismo hombre se desarrolla con una conciencia autorrealizada; teniendo como premisa, al amor como sendero para realizarla. Es con el amor que se estructuran las bases que se hacen idóneas –que aunque las mismas se fundamenten en una entidad –anímica y humana- siempre se orientará a realizar su nivel más alto de conciencia.

En ocasiones muchos preguntan ¿en donde se focaliza la conciencia para realizar la Verdad que dé felicidad? Unos alegan que en el subconsciente. Otros en la mente. Y los más aguerridos citan que en el corazón, porque este es el generador de los sentimientos. Sin embargo, Maestros Espirituales, conocedores de la Eterna Verdad, aseguran que no hay lugar específico y que el Ser se arropa de ésta como Aura. Asegurando por demás, que la conciencia se manifiesta realizada, por la calidad de los pensamientos y sentimientos, que ennoblecen e impulsan el más puro amor con servicios y obras al prójimo; como también, respeto a la naturaleza con extensión al medio ambiente y sus productos de vida. Este amor se ofrece separado del egoísmo y codicia, adjetivos y conocedores estos últimos de los placeres ordinarios, los cuales son diametralmente opuestos a la felicidad que da el Gozo Divino, al Realizar en el interior al Espíritu Uno –Dios-