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enero 06, 2012

CURACION

La presencia sanadora del Espíritu divino llena cada célula de mi ser.
Invoco la actividad sanadora en cada célula de mi cuerpo. Al observar mi estado mental, mi actividad física y mi nutrición, identifico cualquier patrón que no apoye mi mayor bien.

Gracias a la ayuda del Espíritu divino en mí, tengo la fortaleza para dejar ir hábitos que no fomentan mi bienestar y establecer hábitos nuevos que están acorde con la perfección divina. A través del día, practico conscientemente una expectativa y una gratitud por la salud y la paz mental. Mi cuerpo y mi mente tienen el poder de restaurar, resucitar y funcionar con nueva vida, fortaleza y vitalidad. La poderosa presencia sanadora del Espíritu toca cada célula de mi ser. Soy sanado y reboso de entusiasmo por la vida...