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abril 19, 2014

Hablemos ahora acerca del amor.

Como ustedes saben, hemos estado hablando mucho acerca del temor y lo hemos hecho porque es un factor muy poderoso en nuestras vida. Hablemos ahora un rato acerca del amor, descubramos si tras esta palabra y este sentimiento -que para todos nosotros tanto significa- existe también ese elemento peculiar de aprensión, de ansiedad, de esa cosa que los adultos conocen como soledad.

¿Saben qué es el amor? ¿Aman ustedes a su padre, a su madre, a su hermano, a su maestro, a su amigo? ¿Saben lo que significa amar? ¿Cuando dicen que aman a sus padres, ¿qué significa eso? Se sienten seguros con ellos, se sienten confortables. Sus padres les protegen, les dan dinero, albergue, comida y ropa, y ustedes tienen con ellos una sensación de relación muy estrecha, ¿no es así? También sienten que pueden confiar en ellos -o tal vez no lo sientan-. Es probable que no hablen con ellos tan fácil y alegremente como lo hacen con sus propios amigos. Pero les respetan, son guiados por ellos, les obedecen, tienen cierto sentido de responsabilidad hacia sus padres, sienten que tendrán que mantenerles cuando ellos sean viejos. Ellos, a su vez, les aman, quieren protegerles, guiarlos, ayudarles, al menos así lo afirman. Desean unirles en matrimonio de modo que lleven una vida así llamada moral y estén libres de preocupaciones, que tengan un marido que las cuide o una esposa que cocine para ustedes y críe a sus hijos. A todo esto se lo llama amor, ¿no es así?

No podemos decir inmediatamente qué es el amor, porque el amor no es fácil de explicar con palabras. No nos llega con facilidad. No obstante, sin amor, la vida es muy estéril; sin amor, los árboles, los pájaros, la sonrisa de hombres y mujeres, el puente que atraviesa el río, los barqueros que navegan en él, los animales, no tienen ningún sentido. Sin amor, la vida es como un pozo poco profundo. En un río profundo hay riqueza y pueden vivir muchos peces; pero el pozo sin profundidad lo seca pronto el sol intenso y nada queda en él, excepto lodo y suciedad.

Para la mayoría de nosotros, el amor es una cosa extraordinariamente difícil de comprender porque nuestras vidas son muy superficiales. Queremos que nos amen y también queremos amar, pero tras esa palabra hay un temor latente. ¿No es, entonces, muy importante para cada uno de nosotros descubrir qué es realmente esta cosa extraordinaria? Y sólo podemos descubrirlo si nos damos cuenta de la manera como miramos a otros seres humanos, cómo miramos los árboles, los animales, a un extraño, al hombre hambriento. Debemos ser conscientes de la manera como miramos a nuestros amigos, a nuestro gurú (si es que tenemos uno), a nuestros padres.

Cuando dicen: "Amo a mi padre y a mi madre, amo a mi tutor, a mi maestro", ¿qué es lo que eso significa? Cuando respetan tremendamente a determinadas personas y las tienen en gran estima, cuando sienten que el deber de ustedes es obedecerlas y ellas esperan, a su vez, que las obedezcan, ¿es amor eso? ¿Es aprensivo el amor? Ciertamente, cuando respetan a alguna persona, también desprecian a alguna otra, ¿verdad? ¿Es amor eso? En el amor, ¿hay sentido alguno de respetar y despreciar, hay compulsión alguna de obedecer a otro?

Cuando dicen que aman a alguien, ¿no dependen internamente de esa persona? Mientras son niños dependen naturalmente de su padre, de su madre, de su maestro, de su tutor. Necesitan que les cuiden, que les alimenten, que les vistan, que les den protección. Necesitan sentirse seguros, sentir que alguien se ocupa de ustedes.

¿Pero qué es lo que generalmente sucede? A medida que van creciendo, este sentimiento de dependencia continúa, ¿no es cierto? ¿No lo han notado en los adultos, en sus padres y sus maestros? ¿No han notado cómo dependen emocionalmente de sus esposas o de sus maridos, de sus hijos, de sus propios padres? Casi todas las personas, cuando llegan a adultas, siguen aferradas a alguien, continúan dependiendo. Si no tienen a alguien en quien apoyarse, alguien que les brinde una sensación de bienestar y seguridad, se sienten solos, ¿no es así? Se sienten perdidos. Esta dependencia respecto de otro es llamada amor; pero si lo observan muy atentamente, verán que la dependencia es miedo, que no es amor.

Casi todos tienen miedo de permanecer solos; temen examinar las cosas por sí mismos, temen pensar profundamente, explorar y descubrir todo el significado de la vida. En consecuencia, dicen que aman a Dios, y dependen de lo que ellos llaman Dios; pero eso no es Dios, no es lo desconocido, es una cosa creada por la mente.

Lo mismo hacemos con un ideal o una creencia. Yo creo en algo y me aferro a un ideal y eso me brinda un gran consuelo; pero quítenme el ideal, quítenme la creencia y estoy perdido. Con un gurú pasa lo mismo. Dependo porque quiero recibir; por lo tanto, está ahí la aflicción del temor. Es igual cuando ustedes dependen de sus padres o maestros. Es natural y correcto que deban hacerlo así cuando son jóvenes; pero si siguen dependiendo cuando han llegado a la madurez, eso les tomará incapaces de pensar, de ser libres. Donde hay dependencia hay temor, y donde hay temor hay autoridad, no hay amor. Cuando sus padres les dicen que deben obedecer, que deben seguir ciertas tradiciones, que deben tomar solamente un determinado empleo o hacer sólo un tipo particular de trabajo, en todo eso no hay amor. Y no hay amor en nuestro corazón cuando dependemos de la sociedad, en el sentido de que aceptamos la estructura de la sociedad tal como es, sin cuestionarla.

Las personas ambiciosas, hombres y mujeres, no saben qué es el amor; y estamos dominados por las personas ambiciosas. Por eso no hay felicidad en el mundo y por eso es muy importante que ustedes, a medida que crecen, lo vean y comprendan todo esto y averigüen por sí mismos si es posible descubrir qué es el amor. Podrán tener una buena posición, una casa muy hermosa, un maravilloso jardín, muchas ropas; podrán llegar a ser un primer ministro; pero sin amor, ninguna de estas cosas tiene sentido.

Tienen, pues, que empezar a descubrir ahora -no esperar hasta que sean viejos, porque entonces no lo descubrirán qué es lo que realmente sienten en la relación con sus padres, con sus maestros, con el gurú. No pueden aceptar meramente la palabra "amor" o cualquier otra palabra, sino que han de ir detrás del significado de las palabras para ver cuál es la realidad, siendo la realidad lo que ustedes sienten de hecho, no lo que suponen que sienten. Si se sienten realmente celosos, o furiosos, el decir: "no debo estar celoso, no debo estar furioso", es meramente un deseo, carece de realidad. Lo que importa es que vean muy sinceramente y con mucha claridad y exactitud lo que están sintiendo en ese momento, y no introduzcan en ello el ideal de cómo deberían sentir o de lo que sentirán en alguna fecha futura; de ese modo podrán hacer algo al respecto. Pero decir: "Debo amar a mis padres, debo amar a mis maestros", no tiene sentido, ¿verdad? Porque sus verdaderos sentimientos son por completo diferentes y esas palabras se vuelven una pantalla detrás de la cual se ocultan.

¿No es, por lo tanto, condición de la inteligencia mirar más allá del significado aceptado de las palabras? Palabras como "deber", "responsabilidad", "Dios", "amor" han adquirido un significado tradicional; pero una persona inteligente, verdaderamente educada, mira más allá del significado tradicional de tales palabras. Por ejemplo, si alguien les dijera que no cree en Dios, ustedes se escandalizarían, ¿no es así? Dirían: "¡Por Dios, qué espantoso!", porque ustedes creen en Dios -al menos así lo piensan-. Pero la creencia y la no creencia significan muy poco.

Lo importante es que averigüen qué hay detrás de la palabra "amor", para descubrir si realmente aman a sus padres y si sus padres les aman. Por cierto, si ustedes y sus padres se amaran realmente los unos a los otros, el mundo sería por completo diferente. No habría guerras ni hambre ni diferencias de clase. No habría ricos ni pobres. Ya lo ven, sin amor tratamos de reformar económicamente la sociedad, tratamos de poner en orden las cosas; pero en tanto no tengamos amor en nuestros corazones, no podremos crear una estructura social libre de conflicto y desdicha. Por eso tenemos que investigar muy cuidadosamente estas cosas; tal vez descubriremos lo que es el amor.

Interlocutor: ¿Por qué hay dolor y desdicha en el mundo?

K.: Me pregunto si ese niño sabe qué significan esas palabras. Probablemente ha visto a un asno sobrecargado, con las patas casi quebradas, o ha visto llorar a otro niño, o a una madre golpeando a su hijo. Tal vez ha visto a los mayores peleando entre ellos. Y está la muerte, el cuerpo que llevan para ser cremado; está el mendigo, hay pobreza, enfermedad, vejez; hay dolor, no sólo fuera de nosotros sino internamente. Por eso él pregunta: "¿Por qué hay dolor?". ¿No desean saberlo también ustedes? ¿Alguna vez se han hecho preguntas acerca de las causas de su propio dolor? ¿Qué es el dolor? ¿Por qué existe? Si deseo algo y no puedo obtenerlo, me siento infeliz; si deseo tener más saris, más dinero, o si quiero ser más hermoso y no puedo tener lo que quiero, estoy desconsolado. Si deseo amar a cierta persona y esa persona no me ama, otra vez me siento desdichado. Muere mi padre y experimento un gran dolor. ¿Por qué?

¿Por qué nos sentimos desdichados cuando no podemos tener lo que deseamos? ¿Por qué debemos tener necesariamente lo que deseamos? Pensamos que es nuestro derecho, ¿no es cierto? ¿Pero nos preguntamos alguna vez por qué debemos tener lo que deseamos, cuando millones no tienen ni siquiera lo que necesitan? Además, ¿por qué lo deseamos? Está nuestra necesidad de alimento, ropa y albergue; pero no nos satisfacemos con eso, deseamos mucho más. Deseamos el éxito, que se nos respete, que se nos ame, que se nos estime, queremos tener poder, queremos ser poetas, santos, oradores famosos, primeros ministros, presidentes. ¿Por qué? ¿Lo han examinado alguna vez? ¿Por qué queremos todo esto? No es que debamos estar satisfechos con lo que somos, no quiero decir eso. Sería torpe, tonto. ¿Pero por qué este anhelo constante de más y más y más? El anhelo indica que estamos insatisfechos, descontentos, pero ¿con qué? ¿Con lo que somos? Soy esto, no me gusta y quiero ser eso otro. Pienso que me veré mucho más hermoso con una nueva chaqueta o que me veré más bella con un nuevo sari, de modo que lo deseo. Esto significa que estoy insatisfecho con lo que soy y pienso que puedo escapar de mi descontento adquiriendo más ropa, más poder, etc. Pero la insatisfacción sigue ahí, ¿verdad? Sólo la he tapado con ropas, con poder, con automóviles.

Tenemos, pues, que comprender lo que somos. No tiene sentido que nos cubramos meramente de posesiones, de poder y posición, porque seguiremos siendo infelices. Viendo esto, la persona desdichada, la persona que sufre, no huye en busca de gurúes, no esconde su dolor tras las posesiones, tras el poder; por el contrario, quiere saber qué hay detrás de su dolor. Si ustedes van y miran detrás de su propio dolor ' encontrarán que son muy insignificantes, vacíos, limitados, y que están luchando por lograr cosas, por "llegar a ser". Esta lucha misma por lograr, por llegar a ser algo, es la causa del dolor. Pero si comienzan a comprender lo que son realmente y lo investigan cada vez a mayor profundidad, descubrirán que ocurre algo por completo diferente.

Interlocutor: Si un hombre se está muriendo de hambre y yo siento que puedo ayudarle, ¿ es ambición esto o es amor?

K.: Todo depende del motivo por el cual le ayudes. Afirmando que es para ayudar al hombre pobre, el político se instala en Nueva Delhi, vive en una gran casa y alardea de sí mismo. ¿Es eso amor? ¿Comprendes? ¿Es eso amor?

Interlocutor: Si yo alivio su hambre mediante mi ayuda, ¿no es amor eso?

K.: Él se está muriendo de hambre y le ayudas con comida. ¿Es amor eso? ¿Por qué deseas ayudarle? ¿Acaso no tienes ningún otro motivo, ningún otro incentivo que el deseo de ayudarle? ¿No sacas ningún beneficio de eso? Examínalo, no digas "sí" o "no". Si estás esperando algún provecho de eso, políticamente o de otra manera, algún beneficio interno o externo, entonces no le amas. Si le alimentas para volverte más popular, o esperando que tus amigos te ayuden a ir a Nueva Delhi, entonces eso no es amor, ¿verdad? Pero si le amas, le alimentarás sin ningún motivo ulterior, sin querer nada a cambio. Si le alimentas y él no te lo agradece, ¿te sientes lastimado? Si es así, no le amas. Si él te dice y dice a los de la aldea que eres un hombre maravilloso y te sientes muy halagado por ello, significa que estás pensando en ti mismo; y por cierto, eso no es amor. Por lo tanto, uno debe estar muy alerta para descubrir si está obteniendo alguna clase de beneficio de su ayuda y cuál es el motivo que le lleva a alimentar al hambriento.

Interlocutor: Supongamos que yo quiero ir a mi casa y el director dice que no. Si le desobedezco, tendré que afrontar las consecuencias. Si obedezco al director, se me partirá el corazón. ¿Qué tengo que hacer?

K.: ¿Quieres decir que no puedes hablarlo con el director, que no puedes depositar tu confianza en él y exponerle tu problema? Si es la clase adecuada de director puedes confiar en él, conversar con él acerca de tu problema. Si aun así dice que no debes ir, es posible que sea por obstinación de él, lo cual indicaría que algo anda mal con el director; pero puede tener buenas razones para decir que no y tú tienes que averiguarlas. De modo que eso requiere confianza mutua. Tú debes confiar en el director y el director debe confiar en ti. La vida no es sólo una relación unilateral. Tú eres un ser humano y así es el director un ser humano, y él también puede cometer errores. De modo que ambos tienen que estar dispuestos a discutirlo. Tú puedes desear muchísimo ir a tu casa, pero puede que eso no sea del todo suficiente; tus padres pueden haber escrito al director pidiéndole que no te deje ir a casa. Tiene que haber una indagación mutua, ¿no es así?, de modo que no quedes lastimado, que no sientas que te maltratan o te hacen a un lado brutalmente; y eso puede suceder sólo cuando tienes confianza en el maestro y él tiene confianza en ti. En otras palabras, tiene que haber auténtico amor; y un ambiente así es el que debe proveer una escuela.

Interlocutor: ¿Por qué no debemos practicar puja?

K.: ¿Has averiguado por qué los mayores hacen puja? Ellos están copiando, ¿no es así? Cuanto más inmaduros somos, más deseamos copiar. ¿Has notado cómo la gente ama los uniformes? De modo que antes de preguntar por qué no debes hacer puja, pregunta a los mayores por qué lo practican ellos. Lo practican, ante todo, porque es una tradición; sus abuelos lo hacían. Luego, la repetición de las palabras les comunica cierta sensación de paz. ¿Comprendes esto? Las palabras constantemente repetidas embotan la mente y eso les da a ustedes una sensación de quietud. Las palabras del sánscrito, especialmente, poseen ciertas vibraciones que les hacen sentirse muy quietos. Los mayores también hacen puja porque todos los demás lo hacen; y ustedes, siendo jóvenes, quieren copiarles. ¿Quieres hacer puja porque alguien te dice que es bueno hacerlo? ¿Quieres hacerlo porque encuentras un efecto hipnótico agradable al repetir ciertas palabras? Antes de hacer nada, ¿no deberías descubrir por qué quieres hacerlo? Aun cuando millones de personas crean en la puja, ¿no deberías usar tu propia mente para descubrir el verdadero significado que tiene?

Mira, la repetición de palabras en sánscrito o de ciertos gestos no te ayudará realmente a descubrir qué es la verdad, qué es Dios. Para descubrirlo tienes que saber cómo meditar. Pero ésta es una cuestión por completo diferente -por completo diferente de practicar puja-. Millones de personas practican puja; ¿ha dado eso origen a un mundo más feliz? Personas así, ¿son creativas? Ser creativo es estar lleno de iniciativa, lleno de amor, de delicadeza, de simpatía y consideración. Si siendo un niño pequeño empiezas a practicar puja y sigues repitiéndolo, te volverás como una máquina. Pero si empiezas a cuestionar, a dudar, a investigar, entonces tal vez descubrirás cómo meditar. Y la meditación, si sabes cómo hacerla correctamente, es una de las mayores bendiciones.


Extracto de 
EL ARTE DE VIVIR
J. Krishnamurti





Pag. Anterior: Krishnamurti - La ambición.
http://www.trabajadoresdelaluz.com.ar/index.php?ndx=3042
 ahora acerca del amor.
Como ustedes saben, hemos estado hablando mucho acerca del temor y lo hemos hecho porque es un factor muy poderoso en nuestras vida. Hablemos ahora un rato acerca del amor, descubramos si tras esta palabra y este sentimiento -que para todos nosotros tanto significa- existe también ese elemento peculiar de aprensión, de ansiedad, de esa cosa que los adultos conocen como soledad.

¿Saben qué es el amor? ¿Aman ustedes a su padre, a su madre, a su hermano, a su maestro, a su amigo? ¿Saben lo que significa amar? ¿Cuando dicen que aman a sus padres, ¿qué significa eso? Se sienten seguros con ellos, se sienten confortables. Sus padres les protegen, les dan dinero, albergue, comida y ropa, y ustedes tienen con ellos una sensación de relación muy estrecha, ¿no es así? También sienten que pueden confiar en ellos -o tal vez no lo sientan-. Es probable que no hablen con ellos tan fácil y alegremente como lo hacen con sus propios amigos. Pero les respetan, son guiados por ellos, les obedecen, tienen cierto sentido de responsabilidad hacia sus padres, sienten que tendrán que mantenerles cuando ellos sean viejos. Ellos, a su vez, les aman, quieren protegerles, guiarlos, ayudarles, al menos así lo afirman. Desean unirles en matrimonio de modo que lleven una vida así llamada moral y estén libres de preocupaciones, que tengan un marido que las cuide o una esposa que cocine para ustedes y críe a sus hijos. A todo esto se lo llama amor, ¿no es así?

No podemos decir inmediatamente qué es el amor, porque el amor no es fácil de explicar con palabras. No nos llega con facilidad. No obstante, sin amor, la vida es muy estéril; sin amor, los árboles, los pájaros, la sonrisa de hombres y mujeres, el puente que atraviesa el río, los barqueros que navegan en él, los animales, no tienen ningún sentido. Sin amor, la vida es como un pozo poco profundo. En un río profundo hay riqueza y pueden vivir muchos peces; pero el pozo sin profundidad lo seca pronto el sol intenso y nada queda en él, excepto lodo y suciedad.

Para la mayoría de nosotros, el amor es una cosa extraordinariamente difícil de comprender porque nuestras vidas son muy superficiales. Queremos que nos amen y también queremos amar, pero tras esa palabra hay un temor latente. ¿No es, entonces, muy importante para cada uno de nosotros descubrir qué es realmente esta cosa extraordinaria? Y sólo podemos descubrirlo si nos damos cuenta de la manera como miramos a otros seres humanos, cómo miramos los árboles, los animales, a un extraño, al hombre hambriento. Debemos ser conscientes de la manera como miramos a nuestros amigos, a nuestro gurú (si es que tenemos uno), a nuestros padres.

Cuando dicen: "Amo a mi padre y a mi madre, amo a mi tutor, a mi maestro", ¿qué es lo que eso significa? Cuando respetan tremendamente a determinadas personas y las tienen en gran estima, cuando sienten que el deber de ustedes es obedecerlas y ellas esperan, a su vez, que las obedezcan, ¿es amor eso? ¿Es aprensivo el amor? Ciertamente, cuando respetan a alguna persona, también desprecian a alguna otra, ¿verdad? ¿Es amor eso? En el amor, ¿hay sentido alguno de respetar y despreciar, hay compulsión alguna de obedecer a otro?

Cuando dicen que aman a alguien, ¿no dependen internamente de esa persona? Mientras son niños dependen naturalmente de su padre, de su madre, de su maestro, de su tutor. Necesitan que les cuiden, que les alimenten, que les vistan, que les den protección. Necesitan sentirse seguros, sentir que alguien se ocupa de ustedes.

¿Pero qué es lo que generalmente sucede? A medida que van creciendo, este sentimiento de dependencia continúa, ¿no es cierto? ¿No lo han notado en los adultos, en sus padres y sus maestros? ¿No han notado cómo dependen emocionalmente de sus esposas o de sus maridos, de sus hijos, de sus propios padres? Casi todas las personas, cuando llegan a adultas, siguen aferradas a alguien, continúan dependiendo. Si no tienen a alguien en quien apoyarse, alguien que les brinde una sensación de bienestar y seguridad, se sienten solos, ¿no es así? Se sienten perdidos. Esta dependencia respecto de otro es llamada amor; pero si lo observan muy atentamente, verán que la dependencia es miedo, que no es amor.

Casi todos tienen miedo de permanecer solos; temen examinar las cosas por sí mismos, temen pensar profundamente, explorar y descubrir todo el significado de la vida. En consecuencia, dicen que aman a Dios, y dependen de lo que ellos llaman Dios; pero eso no es Dios, no es lo desconocido, es una cosa creada por la mente.

Lo mismo hacemos con un ideal o una creencia. Yo creo en algo y me aferro a un ideal y eso me brinda un gran consuelo; pero quítenme el ideal, quítenme la creencia y estoy perdido. Con un gurú pasa lo mismo. Dependo porque quiero recibir; por lo tanto, está ahí la aflicción del temor. Es igual cuando ustedes dependen de sus padres o maestros. Es natural y correcto que deban hacerlo así cuando son jóvenes; pero si siguen dependiendo cuando han llegado a la madurez, eso les tomará incapaces de pensar, de ser libres. Donde hay dependencia hay temor, y donde hay temor hay autoridad, no hay amor. Cuando sus padres les dicen que deben obedecer, que deben seguir ciertas tradiciones, que deben tomar solamente un determinado empleo o hacer sólo un tipo particular de trabajo, en todo eso no hay amor. Y no hay amor en nuestro corazón cuando dependemos de la sociedad, en el sentido de que aceptamos la estructura de la sociedad tal como es, sin cuestionarla.

Las personas ambiciosas, hombres y mujeres, no saben qué es el amor; y estamos dominados por las personas ambiciosas. Por eso no hay felicidad en el mundo y por eso es muy importante que ustedes, a medida que crecen, lo vean y comprendan todo esto y averigüen por sí mismos si es posible descubrir qué es el amor. Podrán tener una buena posición, una casa muy hermosa, un maravilloso jardín, muchas ropas; podrán llegar a ser un primer ministro; pero sin amor, ninguna de estas cosas tiene sentido.

Tienen, pues, que empezar a descubrir ahora -no esperar hasta que sean viejos, porque entonces no lo descubrirán qué es lo que realmente sienten en la relación con sus padres, con sus maestros, con el gurú. No pueden aceptar meramente la palabra "amor" o cualquier otra palabra, sino que han de ir detrás del significado de las palabras para ver cuál es la realidad, siendo la realidad lo que ustedes sienten de hecho, no lo que suponen que sienten. Si se sienten realmente celosos, o furiosos, el decir: "no debo estar celoso, no debo estar furioso", es meramente un deseo, carece de realidad. Lo que importa es que vean muy sinceramente y con mucha claridad y exactitud lo que están sintiendo en ese momento, y no introduzcan en ello el ideal de cómo deberían sentir o de lo que sentirán en alguna fecha futura; de ese modo podrán hacer algo al respecto. Pero decir: "Debo amar a mis padres, debo amar a mis maestros", no tiene sentido, ¿verdad? Porque sus verdaderos sentimientos son por completo diferentes y esas palabras se vuelven una pantalla detrás de la cual se ocultan.

¿No es, por lo tanto, condición de la inteligencia mirar más allá del significado aceptado de las palabras? Palabras como "deber", "responsabilidad", "Dios", "amor" han adquirido un significado tradicional; pero una persona inteligente, verdaderamente educada, mira más allá del significado tradicional de tales palabras. Por ejemplo, si alguien les dijera que no cree en Dios, ustedes se escandalizarían, ¿no es así? Dirían: "¡Por Dios, qué espantoso!", porque ustedes creen en Dios -al menos así lo piensan-. Pero la creencia y la no creencia significan muy poco.

Lo importante es que averigüen qué hay detrás de la palabra "amor", para descubrir si realmente aman a sus padres y si sus padres les aman. Por cierto, si ustedes y sus padres se amaran realmente los unos a los otros, el mundo sería por completo diferente. No habría guerras ni hambre ni diferencias de clase. No habría ricos ni pobres. Ya lo ven, sin amor tratamos de reformar económicamente la sociedad, tratamos de poner en orden las cosas; pero en tanto no tengamos amor en nuestros corazones, no podremos crear una estructura social libre de conflicto y desdicha. Por eso tenemos que investigar muy cuidadosamente estas cosas; tal vez descubriremos lo que es el amor.

Interlocutor: ¿Por qué hay dolor y desdicha en el mundo?

K.: Me pregunto si ese niño sabe qué significan esas palabras. Probablemente ha visto a un asno sobrecargado, con las patas casi quebradas, o ha visto llorar a otro niño, o a una madre golpeando a su hijo. Tal vez ha visto a los mayores peleando entre ellos. Y está la muerte, el cuerpo que llevan para ser cremado; está el mendigo, hay pobreza, enfermedad, vejez; hay dolor, no sólo fuera de nosotros sino internamente. Por eso él pregunta: "¿Por qué hay dolor?". ¿No desean saberlo también ustedes? ¿Alguna vez se han hecho preguntas acerca de las causas de su propio dolor? ¿Qué es el dolor? ¿Por qué existe? Si deseo algo y no puedo obtenerlo, me siento infeliz; si deseo tener más saris, más dinero, o si quiero ser más hermoso y no puedo tener lo que quiero, estoy desconsolado. Si deseo amar a cierta persona y esa persona no me ama, otra vez me siento desdichado. Muere mi padre y experimento un gran dolor. ¿Por qué?

¿Por qué nos sentimos desdichados cuando no podemos tener lo que deseamos? ¿Por qué debemos tener necesariamente lo que deseamos? Pensamos que es nuestro derecho, ¿no es cierto? ¿Pero nos preguntamos alguna vez por qué debemos tener lo que deseamos, cuando millones no tienen ni siquiera lo que necesitan? Además, ¿por qué lo deseamos? Está nuestra necesidad de alimento, ropa y albergue; pero no nos satisfacemos con eso, deseamos mucho más. Deseamos el éxito, que se nos respete, que se nos ame, que se nos estime, queremos tener poder, queremos ser poetas, santos, oradores famosos, primeros ministros, presidentes. ¿Por qué? ¿Lo han examinado alguna vez? ¿Por qué queremos todo esto? No es que debamos estar satisfechos con lo que somos, no quiero decir eso. Sería torpe, tonto. ¿Pero por qué este anhelo constante de más y más y más? El anhelo indica que estamos insatisfechos, descontentos, pero ¿con qué? ¿Con lo que somos? Soy esto, no me gusta y quiero ser eso otro. Pienso que me veré mucho más hermoso con una nueva chaqueta o que me veré más bella con un nuevo sari, de modo que lo deseo. Esto significa que estoy insatisfecho con lo que soy y pienso que puedo escapar de mi descontento adquiriendo más ropa, más poder, etc. Pero la insatisfacción sigue ahí, ¿verdad? Sólo la he tapado con ropas, con poder, con automóviles.

Tenemos, pues, que comprender lo que somos. No tiene sentido que nos cubramos meramente de posesiones, de poder y posición, porque seguiremos siendo infelices. Viendo esto, la persona desdichada, la persona que sufre, no huye en busca de gurúes, no esconde su dolor tras las posesiones, tras el poder; por el contrario, quiere saber qué hay detrás de su dolor. Si ustedes van y miran detrás de su propio dolor ' encontrarán que son muy insignificantes, vacíos, limitados, y que están luchando por lograr cosas, por "llegar a ser". Esta lucha misma por lograr, por llegar a ser algo, es la causa del dolor. Pero si comienzan a comprender lo que son realmente y lo investigan cada vez a mayor profundidad, descubrirán que ocurre algo por completo diferente.

Interlocutor: Si un hombre se está muriendo de hambre y yo siento que puedo ayudarle, ¿ es ambición esto o es amor?

K.: Todo depende del motivo por el cual le ayudes. Afirmando que es para ayudar al hombre pobre, el político se instala en Nueva Delhi, vive en una gran casa y alardea de sí mismo. ¿Es eso amor? ¿Comprendes? ¿Es eso amor?

Interlocutor: Si yo alivio su hambre mediante mi ayuda, ¿no es amor eso?

K.: Él se está muriendo de hambre y le ayudas con comida. ¿Es amor eso? ¿Por qué deseas ayudarle? ¿Acaso no tienes ningún otro motivo, ningún otro incentivo que el deseo de ayudarle? ¿No sacas ningún beneficio de eso? Examínalo, no digas "sí" o "no". Si estás esperando algún provecho de eso, políticamente o de otra manera, algún beneficio interno o externo, entonces no le amas. Si le alimentas para volverte más popular, o esperando que tus amigos te ayuden a ir a Nueva Delhi, entonces eso no es amor, ¿verdad? Pero si le amas, le alimentarás sin ningún motivo ulterior, sin querer nada a cambio. Si le alimentas y él no te lo agradece, ¿te sientes lastimado? Si es así, no le amas. Si él te dice y dice a los de la aldea que eres un hombre maravilloso y te sientes muy halagado por ello, significa que estás pensando en ti mismo; y por cierto, eso no es amor. Por lo tanto, uno debe estar muy alerta para descubrir si está obteniendo alguna clase de beneficio de su ayuda y cuál es el motivo que le lleva a alimentar al hambriento.

Interlocutor: Supongamos que yo quiero ir a mi casa y el director dice que no. Si le desobedezco, tendré que afrontar las consecuencias. Si obedezco al director, se me partirá el corazón. ¿Qué tengo que hacer?

K.: ¿Quieres decir que no puedes hablarlo con el director, que no puedes depositar tu confianza en él y exponerle tu problema? Si es la clase adecuada de director puedes confiar en él, conversar con él acerca de tu problema. Si aun así dice que no debes ir, es posible que sea por obstinación de él, lo cual indicaría que algo anda mal con el director; pero puede tener buenas razones para decir que no y tú tienes que averiguarlas. De modo que eso requiere confianza mutua. Tú debes confiar en el director y el director debe confiar en ti. La vida no es sólo una relación unilateral. Tú eres un ser humano y así es el director un ser humano, y él también puede cometer errores. De modo que ambos tienen que estar dispuestos a discutirlo. Tú puedes desear muchísimo ir a tu casa, pero puede que eso no sea del todo suficiente; tus padres pueden haber escrito al director pidiéndole que no te deje ir a casa. Tiene que haber una indagación mutua, ¿no es así?, de modo que no quedes lastimado, que no sientas que te maltratan o te hacen a un lado brutalmente; y eso puede suceder sólo cuando tienes confianza en el maestro y él tiene confianza en ti. En otras palabras, tiene que haber auténtico amor; y un ambiente así es el que debe proveer una escuela.

Interlocutor: ¿Por qué no debemos practicar puja?

K.: ¿Has averiguado por qué los mayores hacen puja? Ellos están copiando, ¿no es así? Cuanto más inmaduros somos, más deseamos copiar. ¿Has notado cómo la gente ama los uniformes? De modo que antes de preguntar por qué no debes hacer puja, pregunta a los mayores por qué lo practican ellos. Lo practican, ante todo, porque es una tradición; sus abuelos lo hacían. Luego, la repetición de las palabras les comunica cierta sensación de paz. ¿Comprendes esto? Las palabras constantemente repetidas embotan la mente y eso les da a ustedes una sensación de quietud. Las palabras del sánscrito, especialmente, poseen ciertas vibraciones que les hacen sentirse muy quietos. Los mayores también hacen puja porque todos los demás lo hacen; y ustedes, siendo jóvenes, quieren copiarles. ¿Quieres hacer puja porque alguien te dice que es bueno hacerlo? ¿Quieres hacerlo porque encuentras un efecto hipnótico agradable al repetir ciertas palabras? Antes de hacer nada, ¿no deberías descubrir por qué quieres hacerlo? Aun cuando millones de personas crean en la puja, ¿no deberías usar tu propia mente para descubrir el verdadero significado que tiene?

Mira, la repetición de palabras en sánscrito o de ciertos gestos no te ayudará realmente a descubrir qué es la verdad, qué es Dios. Para descubrirlo tienes que saber cómo meditar. Pero ésta es una cuestión por completo diferente -por completo diferente de practicar puja-. Millones de personas practican puja; ¿ha dado eso origen a un mundo más feliz? Personas así, ¿son creativas? Ser creativo es estar lleno de iniciativa, lleno de amor, de delicadeza, de simpatía y consideración. Si siendo un niño pequeño empiezas a practicar puja y sigues repitiéndolo, te volverás como una máquina. Pero si empiezas a cuestionar, a dudar, a investigar, entonces tal vez descubrirás cómo meditar. Y la meditación, si sabes cómo hacerla correctamente, es una de las mayores bendiciones.


Extracto de 
EL ARTE DE VIVIR
J. Krishnamurti